Según las "autoridades", primero no había que
llevar mascarilla, luego había que ponerse gel hidroalcoholizado en las manos y
encima guantes, después ya no hacía falta gel ni guantes, luego sí hacía falta
ponerse la mascarilla; primero eran dos metros de distancia, luego se rebajó a
1,50 m, más tarde era la distancia que según el lugar era conveniente.
Primero era el 30% de la capacidad o aforo de los
comercios y lugares públicos, luego se amplió al 50%, después, depende de los
intereses políticos y comerciales.
Primero era un virus de un murciélago muy feo, luego
resultó que le ayudó un pangolín muy malo, después resultó que ya no sabían si
era un virus natural o artificial.
Primero fueron los chinos, luego se culpó a todo el
que interesó, y después ya son culpables todos los que dudan del
"bicho".
Primero fue la Fase 1 (15 días de confinamiento),
luego la Fase 2 (otros 15 días de confinamiento), después la Fase 3 (otros 15
días de confinamiento, menos Catalunya, que el "president" Torra sólo
la mantuvo 24 horas).
Primero se permite viajar dentro de la provincia,
luego se puede viajar por toda la comunidad, después se podía viajar por todo
el país, pero como la gente empieza a pasar de tanta "pandemia" y se
relaja, hay que volver a instaurar las fases de confinamiento, así que el
"president" Torra confina toda la comarca del Segriá —Lleida y
poblaciones de la provincia— (juntando a sanos con supuestos contagiados). Otros
presidentes de comunidades autónomas que no quieren ser menos que Torra, empiezan
también a confinar a su comunidad autónoma.
Y así están las cosas.
¿Es una pandemia, es una obra de teatro, es un
experimento, o qué carajo es?
Pero eso sí, el bicho existe. Sólo que no sabemos si
viene en avión, en tren, en barco, o lo traen oculto en spray y luego lo
esparcen por donde interesa que haya contagios, sin importar si es verano o
invierno, porque al ser un "producto fabricado" ya está preparado
para sobrevivir en cualquier parte del planeta, algo que no sucede con ningún
virus estacional del mundo. Así que de lo único que estamos todos seguros, es
de que el bicho no nace entre la hojarasca de los pinos, como las setas, sino
que alguien o algo se dedica a esparcirlo, como en la cabalgata de los reyes
magos, donde lanzan caramelos a diestro y siniestro.
Y ahora que cada cual siga haciendo lo que le dicte su
consciencia o las "autoridades" que para algo están, además de
llenarse los bolsillos. Eso sí, teniendo en cuenta que, si no se
"obedece" escrupulosamente a las "autoridades", las multas
pueden llegar a ser muy elevadas, desde 100 euros la más barata (para
indigentes y similares) hasta decenas de miles de euros para los más pudientes
o chulescos que pueden presumir de poder pagarlas.
¡Avisados están!
José Luis Giménez