LA SELECTIVIDAD DE LA COVID 19

Nos encontramos ante la pandemia más extraña jamás habida en el mundo. Sí, parecerá que se está exagerando, pero si analizamos los hechos, sí, los hechos, veremos que la selectividad de la COVID 19 es algo que nunca antes se había visto ni vivido.

Empezaremos por recordar cuando tuvimos noticias oficiales por primera vez de la epidemia y posterior pandemia del coronavirus Sars Cov 2, allá por diciembre de 2019.

Fue en Wuhan, China, donde se encuentra el más importante laboratorio de investigación virológica del mundo, de donde salió el tristemente célebre coronavirus Sars Cov 2. Era el mes de noviembre de 2019.

A día de hoy, existen demasiadas sospechas de que fue ese laboratorio el origen del virus, y quizás debamos esperar a que la censura china tenga algún resquicio para poder confirmarlo, pero, de entrada, no son pocos los científicos expertos, como por ejemplo el premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, quienes aseveran que: el coronavirus causante de la pandemia de la COVID-19 es el resultado de un "accidente industrial" salido de un laboratorio chino, tal como declaró Montagnier en la revista francesa Pourquoi Docteur.

Y es que nadie niega la existencia del virus, o nadie medianamente informado, pero en cambio, sí nos hacemos muchas preguntas al respecto de su comportamiento.

Resulta cuanto menos extraño que, el coronavirus Sars Cov 2, sepa diferenciar las fronteras, y sepa dónde puede infectar y dónde no. A pesar de que las fronteras son líneas imaginarias, nada impide que un pájaro, insecto y sobre todo un virus, pase de un país a otro, por el sólo motivo de que existe una línea divisoria imaginaria, únicamente existente sobre el papel. Sirva como ejemplo lo sucedido entre España y Portugal, o España y Gibraltar, a través de la Línea de la Concepción, en Cádiz, por no incluir a otros países mucho más lejanos en el espacio.

Si observamos lo que sucede en Portugal, país vecino, y posiblemente con menores recursos sanitarios, debería haber servido de ejemplo para el Gobierno de España, donde los casos de COVID 19 han sido mucho menores y sin tantas medidas de “control” ni de privación de libertad. O qué decir de Gibraltar, donde nada más traspasar la aduana, las gentes del lugar, los gibraltareños, circulan libremente por las calles, sin llevar mascarilla ni guardar ningún tipo de distancia “social”. Y no hay más casos de contagios que en Cádiz o el resto de España, donde es obligatorio el uso de la mascarilla hasta para ir a pasear al campo en soledad y mantener la distancia de seguridad “social”.

De otros países como Finlandia o Suecia ya ni hablemos, donde se ha declarado el fin de la pandemia.

Y claro, llegados a este punto, sólo cabe una explicación: y es que el coronavirus Sars Cov 2, conoce dónde se encuentran los límites de nuestras fronteras y no va más allá (quizás porque en otros países los inmigrantes no son tan bien recibidos como aquí, vaya ud. a saber…) limitándose a contagiar únicamente en territorio nacional.

Y para acabar de “decorar el pastel”, se nos obliga a hacernos un “test” llamado PCR que no sirve para nada… bueno sí, sirve para las empresas que están haciendo el agosto cobrando grandes cantidades de euros (entre 100 a 250 euros) por hacer un test que, en el mejor de los casos, detecta el COVID 19 en un 70% o lo que es lo mismo, falla un 30% de veces. Y, además, salga positivo o negativo, no asegura que se tenga o no se tenga el virus… ¿entonces… a qué estamos jugando?

Pero lo peor de todo esto, es que, a pesar de que el Ministerio de Sanidad conoce el porcentaje de fallo del 30% o lo que es lo mismo, un nivel de fiabilidad del 70% de dicho Test del PCR, tal como el propio Ministerio publica en su web oficial, ¡la base para diagnosticar los casos de contagios por COVID 19 están establecidas en dichos test!, ¡de escándalo, oiga! (como diría el cantante Raphael: … escándalo, es un escándalo…).

Y visto lo visto, quizás la única manera de acabar con la pandemia, tal como ha sucedido en Finlandia, sea la de cambiar el nombre de nuestro país y de esa manera, con un poco de suerte, el virus se marcha buscando otro país, ya que, al ser selectivo, sólo contagia allí donde se le ha indicado que puede hacerlo.

José Luis Giménez

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